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Hand Habits comparte su nuevo sencillo «Private Life»

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Hand Habits comparte su nuevo sencillo «Private Life», tomado de su nuevo álbum «Sugar The Bruise». El proyecto del artista de Los Ángeles Meg Duffy (elle), comparte el nuevo sencillo de su próximo álbum a través de Fat Possum. El sencillo viene acompañado por un video dirigido por Otium.

Hand Habits anunció «Sugar The Bruise», una nueva colección de canciones enfocadas en vivir el momento, la colaboración y la improvisación. El sencillo principal del lanzamiento, «Something Wrong», recibió cobertura de Pitchfork, Rolling Stone, The FADER, Stereogum, UPROXX, Under The Radar, Brooklyn Vegan y Paste, quienes dijeron: “Es una construcción íntima y vulnerable de melodías y emociones, donde Duffy se atreve acercarse al trabajo con tanta intención como diversión. Hay un dolor que se convierte en dicha en ‘Algo mal’, y es igualmente inmenso y gratificante”, entre otros.

“Para «Sugar The Bruise», no tenía otro plan más que dejar mi mente en blanco e inclinarme hacia el lado lúdico de las cosas”, explica Duffy. “Para reírme un poco, para alegrarme, para desviar un poco el enfoque de mi propia experiencia”.

A fines del año pasado, Duffy lanzó «Greatest Weapon» y «Under The Water», como parte de una serie de sencillos de Psychic Hotline, el lanzamiento recibió elogios del New York Times, NPR’s All Songs Considered, The FADER, Stereogum, UPROXX, Paste, y FLOOD entre otros.

Inspirándose durante la clase de composición de canciones que impartió en el verano de 2021, redescubrió, con nueva claridad, la capacidad generativa de abrazar lo desconocido y cuán esenciales son la colaboración y la improvisación para acceder a lo indescriptible.

Trabajando con Luke Temple (Here We Go Magic, Art Feynman) y Philip Weinrobe (Adrienne Lenker, Cass McCombs), Duffy se rindió ante el presente, confiando en que cualquier sonido y palabra que emergiera estaba destinado a emerger. Con la producción, la ingeniería y los arreglos adicionales de Jeremy Harris, creó algo que, en sus palabras, “resultó en algo que nunca habría imaginado”.

El resultado de este experimento colectivo, nacido a partes iguales de juego e intención, es un regalo radical para los oyentes: la prueba de que nuestros procesos más vitales, creación y destrucción, están exquisitamente entrelazados. El incontestable e insostenible sufrimiento de la experiencia es el hecho de la pérdida perpetua. Y, sin embargo, existe una magia preciosa y vívida creada por esta condición. En «Sugar the Bruise», el dolor se repliega sobre sí mismo y se convierte en risa; el lenguaje se desvanece en extensiones sonoras de lo inexpresable; las melodías se funden en cacofonías; las canciones de amor se convierten en pérdida; la violencia histórica es suplantada por los discos de luz solar.

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Declaración de Meg Duffy sobre «Sugar the Bruise»:

“La música, para mí, siempre ha sido una cucharada de miel que alivia la amargura intermitente e ineludible de la experiencia humana. Ha sido una dulzura espesa en mis momentos más solitarios. En mis primeros recuerdos de tocar música, ya sea solx o en grupo, el sentimiento de estar conectadx a una fuerza más allá de la explicación es lo que brilla. He estado profundamente comprometidx con el camino de conjurar este sentimiento conmovedor que me elude a través la guitarra, haciendo canciones y compartiéndolas con otros. Antes de comenzar a escribir canciones con versos y coros, la improvisación era la forma principal en la que me encontraba en entornos musicales. Sigue siendo un faro en mi enfoque en cuanto a la composición de canciones. Sonny Rollins dijo que la improvisación se trata de olvidar, no recordar. Que cuando la mente de uno se queda en blanco, las ideas que vienen son de una fuente imposible de rastrear. Me he dado cuenta de que las canciones que siento más conectadas provienen de esta fuente, del espacio vacío, de lo desconocido. Hay algo de euforia para mí al entrar en este vacío con intención, con otras personas, en un entorno de estudio. El deseo de desaparecer dentro de una canción o una melodía o un ritmo o una disonancia inesperada es lo que me mantiene siempre escuchando, siempre buscando. Creo que este deseo es inseparable del riesgo de “fracaso” o de cometer “errores”.

En agosto de 2021, me pidieron que impartiera una clase de un mes sobre composición de canciones en School of Song. Fue a la vez inspirador y aterrador. Dudé en considerarme compositorx, a pesar de haber lanzado 3 discos, y mucho menos para enseñar a otros cómo hacerlo a mi manera. Al prepararme para este curso, examiné mi propio enfoque detenidamente (a veces, demasiado detenidamente). Me di cuenta de lo vitales que son para mí la improvisación y la colaboración; en la vida y en la composición. Me pidieron que diseñara pautas de escritura y, aunque esta no era la forma típica en que escribiría por mi cuenta, me pareció una manera maravillosa de hacer girar las ruedas de la inspiración. También valoré lo especial que fue ver a todos estos otros músicos, algunos nuevos, algunos contemporáneos, estar a la altura de las circunstancias y seguirse a sí mismos hacia lo desconocido.

Para «Sugar the Bruise», no tenía otro plan que dejar mi mente en blanco e inclinarme hacia el lado lúdico de las cosas. Reírme un poco, relajarme, desviar un poco el enfoque de mi propia experiencia. ¿Y si hacer una canción no significara cavar el abismo? Por supuesto me siento atraídx por nutrir el desarrollo de la memoria en algo hermoso, algo arquetípico/universal, y compartirlo con el mundo. Y como todas las buenas musas, es fácil proyectar cualquier narrativa que estés llevando sobre ellas.

El disco fue coproducido por mi querido amigo Luke Temple (Here We Go Magic, Art Feynman). Habíamos trabajado juntxs en dos de mis canciones y me sentí inspiradx por el enfoque abierto de la producción que tiene Luke. Como planificador excesivx crónicx, esto me sacó de mi zona de confort de control simulado. Me encantó lo que hicimos y cómo me sentí durante esas sesiones, siendo la duda y el miedo personajes a la par de la euforia y el orgullo. Creo que la confianza fue el heraldo de la trascendencia. Tenía curiosidad por explorar esto más a fondo, hacer algo de la nada, con una idea aún menor de lo que podría nacer del vacío. Junto con el ingeniero/productor Jeremy Harris y concluido con producción adicional, arreglos y mezclas por parte de mi querido colaborador Phillip Weinrobe, este disco resultó en algo que nunca habría imaginado.

Así que espero que disfruten de esta colección de canciones. Me gusta pensar en ellos como una novela corta o un cortometraje. Mi deseo es que estas canciones brinden un espejo a aquellos que no pueden encontrar sus propias formas de explicar los retorcidos nudos de emociones con los que todos lidiamos.

Te ofrezco un poco de azúcar para el moretón de haber nacido. Un poco de azúcar para el moretón de la existencia”. Con amor, md.

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